México, 3 de julio de 2022.- Una madre hondureña perdió contacto con sus dos hijos y su nuera, después de algunos días de ir en busca del «Sueño Americano», debido a que en su natal Honduras les negaron las oportunidades.
Fueron días eternos, pero cuando vio en las noticias que 53 migrantes habían muerto en un tráiler en Texas, su corazón de madre supo que eran ellos.
Con el dolor de quien se queda sola en la vida, una madre de dos jovencitos que aparecieron entre los 53 migrantes asfixiados en Texas, contó la historia de esta fatalidad que le arrebató a quien más quería.
«Mis dos hijos y la novia de uno de ellos salieron el 4 de junio de este año hacia el norte del país. Iban felices porque al fin lograrían cumplir sus sueños de tener una mejor vida.
«Nos mantuvimos comunicados todo el tiempo. Me avisaron cuando llegaron a México y cuando cruzaron la frontera a Estados Unidos.
“Pero el sábado 25 de junio perdí comunicación con ellos. Es normal, pensé para tranquilizarme. El lunes siguiente vi en las noticias lo que había pasado y como madre, presentí en mi corazón que eran ellos».
Entre espasmos de llanto incontrolado, la joven madre dice que las débiles esperanzas de que no fueran ellos, se vinieron abajo cuando por la tarde le llamaron para pedirle fotos de sus hijos, y más tarde, para confirmarle que efectivamente eran ellos.
Fernando José tenía 19 años de edad. Su hermano, Alejandro Caballero, de 22 años, casi finalizaba su carrera de mercadotecnia, y su novia, Margie Grajeda, era licenciada en economía y tenía 22.
«Eran jóvenes muy queridos por su comunidad, eran personas educadas, amorosos. Mis hijos se prepararon pero nunca tuvieron oportunidad. En ninguna compañía les brindaron un trabajo, ellos tenían sueños, Margie era la primera novia de mi hijo».
Esta familia era de Honduras. Un país cuya pobreza obliga a sus jóvenes a emigrar. Fernando, Alejandro y Margie, murieron asfixiados y apilados dentro de un camión descubierto el lunes 27 de junio en San Antonio, Texas.
Los migrantes viajaban sin agua ni comida, hacinados en un calor extremo y cubiertos de un condimento para burlar a los perros policía.